Amo mayo por ser el mes del Festival de Cannes. Todos los años sigo a través de los medios de comunicación todo lo que ocurre en el festival de festivales.
Y todos los años, tras ponerme los dientes largos con las películas que se presentan, me desespero porque no llegan. Aún sigo esperando las cintas que presentaron el año pasado Michael Haneke, Roman Polanski o el director de Shortbus con nada más y nada menos que Nicole Kidman y Elle Fanning como protagonistas.
Este es uno de los muchos problemas del Festival de Cannes y de otros festivales. Que se presentan grandes películas que tardan en llegar, si es que llegan, al público.
El año pasado parecía que esto iba a cambiar con la participación de dos películas de Netflix en Cannes, The Meyerowitz Stories y Okja. Sin embargo, la inclusión de estas dos películas solo supuso el inicio de una pelea entre el festival y la plataforma de VOD alzándose voces tanto a favor como en contra de la inclusión de las películas de esta plataforma en el festival.
La polémica se ha ido avivando con el paso de tiempo. Algunas celebridades se han posicionado totalmente en contra de Netflix, como es el caso de Pedro Almodóvar o Thierry Frémaux –uno de los máximos responsables del Festival de Cannes–. En cambio, Tilda Swinton, entre otras, está a favor de la participación de esta plataforma, alegando que de este modo llegan las películas al público, algo con lo que no puedo estar más de acuerdo. La película que presentó el año pasado en el Festival de Cannes, Okja, fue estrenada poco después en Netflix.
Que este año hayan denegado la inclusión de las películas de Netflix en Cannes es solo uno de los muchos síntomas que avisan que las cosas deberían ir cambiando y que personas que viven ancladas en el pasado, como es el caso de Thierry Frémaux, deberían dejar paso a otras más jóvenes que estén más cerca de la realidad en la que vivimos. Porque está claro que la ley que usan como pretexto los organizadores de este festival para denegar la participación de Netflix está totalmente anticuada además de parecerme terrible según la cual las películas estrenadas en Francia y por tanto que puedan ser presentadas en Cannes deben esperar tres años, sí, tres años, para llegar a las plataformas de VOD.
Todo esto me hace pensar que para festivales como el de Cannes es más importante el glamour y el elitismo que el público. Las películas están hechas, o así debería ser, para que lleguen a las personas, no para pases exclusivos para una élite de millonarios y famosos, en el que se llega a separar a la prensa de los famosos como han hecho este año.